- Telefonear al azar
Al comenzar a leer de qué trataba me sentí incapaz de realizarlo. Pensé incluso en pedir a mi profesor de filosofía que me cambiase el experimento, pero lo pensé bien dos veces y acabé llevándolo acabo.
Es algo muy sencillo, se tarda únicamente de 20 a 30 minutos y lo único que se necesita es un teléfono con línea telefónica. Dicho experimento consistía en lo siguiente:
Debía descolgar mi teléfono y empezar a marcar un número, cualquiera, sin intentar saber ni controlar, simplemente pulsar unas cifras al azar y esperar a ver qué pasa. Lo primeo que tenía que dejar claro si me cogían el teléfono era que le estaba telefoneando al azar, que no se trataba de ninguna broma. Y lo que sucediera a continuación es imprevisible, desde que te cuelguen en las narices, hasta poder tener una conversación fluida y amigable. La experiencia no consistía en hacer amigos. se trataba de experimentar cuán tupido es el mundo, tan cercano e infinito a la vez.
A continuación pretendo comentar cuales fueron mis sensaciones al realizar el experimento:
En primer lugar me senté en mi escritorio y cogí el teléfono con las manos, tarde un par de minutos en marcar el número, ya que me daba pudor realizar una llamada a alguien desconocido, pero a pesar de ello me centré y sin vacilar ni un minuto más maqué mi primer número, las únicas cifras que no tecleé al azar fueron 956 ya que quise asegurarme de que no iba a llamar a algún país extranjero, pues no quería sustos en la factura del teléfono a final de mes, aunque pienso que hubiese sido aún más interesante. De haberlo cogido una persona inglesa podría haber practicado mi inglés. De cualquier modo, por cada pitido que daba el teléfono me ponía cada vez más nerviosa, y se me pasaban mil cosas por la cabeza. Desafortunadamente, tras un sin fin de pitidos, nadie descuelga el teléfono al otro lado de la línea. Decepcionada lo dejé en cima del escritorio y medité unos segundos. Lo cogí nuevamente y volví a repetir la misma operación, esta vez con el 956 delante pero con otros números, pero por desgracia mi mala suerte vuelve de nuevo y nadie me coge el teléfono tampoco. Aun así no desistí y marqué un tercer número, y tras cuatro pitidos una señora, de unos 38 años de edad, que deduje por su tono de voz, contestó. Tras explicarle que le telefoneaba al azar, la señora amablemente me dijo que estaba ocupada y no podía atenderme y me colgó. Tras colgar yo también, me quede como en otro mundo, como si me encontrase yo también en la casa de aquella señora y durante unos minutos me imagine cómo sería la casa y la cara que se le habría quedado. Tras volver en mí, quise repetir la experiencia con la esperanza de que esta vez pudiese tener una conversación algo más larga y fluida. Marqué nuevamente al azar y esta vez al segundo pitido otra señora de la cual deduje por su voz, que era de mayor edad que la anterior, contestó. Con la esperanza de que no colgase tan ligero, le expliqué algo más. Además de decirle que llamaba al azar le comenté que era un experimento de clase y que no se trataba de ninguna broma, También me atreví a preguntarle si sería tan amble de contestarme a dos preguntas, para de alguna forma intentar sacar tema de conversación, pero lamentablemente, la señora algo molesta y de mala gana me contestó con un NO rotundo y me colgó. Nuevamente al igual que la vez anterior me quede varios minutos como en otro mundo imaginado la expresión de la cara de la señora, su casa y si estaría refunfuñando aún por el atrevimiento de mi llamada.
Es interesante analizar la reacción de las personas, en este caso ambas señoras acabaron colgando el teléfono, pero no de igual manera. La primera lo hizo de una forma amble, mientras que la segunda algo molesta y malhumorada. Quizás esto tenga que ver con la edad, la segunda al ser de mayor edad no tenía ganas ni tiempo para aguantar según ella tonterías de una niñata, tomándose pues mi experimento como una broma de mal gusto a pesar de haberle comentado que ni mucho menos era algo así. Si por contra me hubiese cogido el teléfono un chico de mi edad, quizás habría mantenido una conversación algo más larga y entretenida conmigo.
De cualquier modo esta experiencia no consistía en hacer amigos o ligar. sobre lo que realmente es interesante reflexionar es cuan tupido es el mundo tan cercano e infinito a la vez. Telefonear al azar nos hace saltar instantáneamente de un lugar a otro ¿En qué parte de mi ciudad se encontrarían estas dos señoras?, por pocos minutos me he encontrado con ellas en sus casas. Y no solo se puede saltar de un lugar a otro en tu ciudad, simplemente telefoneando puedes viajar de un país a otro, si no marcas el 956 claro. Y basta con colgar para encontrarte de nuevo en casa, aunque no de inmediato, ya que como he experimentado siempre quedan ideas de otros lugares flotando en el aire.
Por último añadir que me ha resultado de lo más interesante realizar la anterior experiencia y que animo a todo lector entusiasta a leer dicho libro. El cual te lleva a ver que las simples cosas también son objeto de reflexión.
" No todo en esta vida tiene que ser enrevesado, de lo simple también se aprende"